jueves, 12 de noviembre de 2015

Explorando la experiencia de enseñanza-aprendizaje

Tras la actividad que realizamos el pasado lunes durante la sesión de la asignatura he conseguido recabar algunas conclusiones que paso a exponeros.

Las clases se desarrollaron de un modo dinámico y fluido. Se eligió la modalidad de alternancia entre los dos grupos, de modo que comenzamos con la primera actividad de contenido académico de un grupo y al finalizar esta, nuestro grupo expuso la suya.
La clase dio comienzo cuando una de las profesoras que procedía a explicarnos la diferencia entre el tiempo presente y pasado en inglés alzó levemente la voz y reclamó nuestra atención. Esa fue la llamada que produjo el silencio entre los "alumnos" y que consiguió que prestáramos atención a sus explicaciones. El fin de la clase sucedió cuando, acabada la ronda de preguntas y suponiendo que todo había quedado claro (y aquí habría que preguntarse si realmente había sido todo comprendido o simplemente habríamos recogido esa información para procesarla más tarde por nuestra cuenta), se sucedió el turno en el que profesores y alumnos intercambiaban sus roles.

La secuencia, como digo, fue clara. Primero las actividades del orden académico de ambos grupos, después la de categoría no académica y por último, las que, partiendo de nuestro desconocimiento, procederíamos a intentar enseñar. Fue negociado previamente entre todos los miembros del grupo, a los que nos pareció adecuada esta secuenciación.

Entre las muchas cosas curiosas que sucedieron durante la sesión una de ellas es que nadie recogió información de las clases. No hubo toma de notas, ni nadie abrió sus cuadernos. Quizá nos costó ponernos realmente en el rol del estudiante -curioso, por otra parte, pues es lo que de momento todos somos... ¿o no?-. Sí hubo, en cambio, dudas orales. Se preguntó por cuestiones que se desconocían o que quizá teníamos confusas en cuanto a los contenidos explicados. Y todas ellas fueron debidamente solucionadas con eficacia y cordialidad.

Otra peculiaridad fue la variedad y diferencia de metodología escogida por los dos grupos. Uno de los grupos optó por una transmisión más expositiva, recurriendo a la pizarra, a esquemas y explicaciones muy concretas sobre los contenidos a desarrollar. El otro grupo optó por algo más dinámico, lúdico, interactivo, recurriendo en alguna ocasión contada a la pizarra -pero usándola únicamente como soporte de la escritura- y en otros casos a vídeos o a juegos, para tratar de transmitir el contenido pretendido.

Otra situación con la que tuvimos que lidiar fue con la disrupción. Hubo varios momentos, incómodos tanto por la parte del profesorado que estaba tratando de explicar un contenido, como por la parte del alumnado que trataba de escuchar, en los que la clase se vio bruscamente interrumpida por comentarios, puntualizaciones, correcciones y quejas de una compañera que en esos momentos hacía las veces de "alumna". Durante estos dos momentos disruptivos, tanto alumnos como profesores actuamos con contundencia, tratando de reconducir el ritmo de la clase y de recuperar la normalidad. El clima, realmente se vio enrarecido y no fue nada sencillo lidiar con aquella situación. Eso quizá nos haga reflexionar con algo a lo que nos enfrentaremos dentro de no demasiado tiempo y puede que formase parte de nuestro propio proceso de aprendizaje como docentes. Solventar una situación de conflicto es una de las enseñanzas más útiles de las que quizá sacamos de esta sesión experimental.

Por otro lado, otra de las cuestiones que determinaron la experiencia de enseñanza en esta actividad fue el control del tiempo. En realidad eran los minutos (el "timbre") quienes determinaron cuando se acababa una clase y cuando empezaba otra. Aquí el profesor no tenía mucho poder, pues yendo tan justos como íbamos debido a las interrupciones que habíamos sufrido en las primeras clases y que habían ido acumulando una gran pérdida de tiempo para la transmisión de información (aunque convendría entender la propia disrupción como información en sí misma) no nos quedó más remedio que acelerar las últimas actividades que teníamos planificadas. La vida misma. Llega fin de curso, te quedan un par de unidades que dar y no queda más remedio que o bien decidir correr o bien renunciar a exponerlo. Nosotros elegimos la primera opción y personalmente, creo que no fue la mejor de las decisiones. Quizá a veces es mejor un frenazo que una aceleración.

Personalmente, esta actividad dice muchas cosas de mí, pero ninguna de la que me sienta especialmente orgullosa. Hago autocrítica feroz de mí misma y me sugiero que quizá, para posteriores ocasiones debería involucrarme más en la actividad. Dada la falta de coordinación y planificación interna no pude participar activamente como debería y me mantuve más en el rol de "alumna" que trata de poner orden entre sus compañeros y evitar las disrupciones a las que hacía referencia, que como profesora activa en la docencia propiamente dicha.
La buena noticia es que he aprendido mucho de esta sesión, quizá de la que más en lo que llevamos de curso.

Animo a mis compañeros de grupo que comenten sus ideas e impresiones, a ver si entre todos conseguimos sacar alguna conclusión más.

Un saludo,

Laura Bautista

1 comentario:

  1. Hola Laura,

    Gracias por compartirlo. Genial como primer ejemplo.

    Por ahora, vamos a esperar a ver si van llegando otros.

    Un saludo
    David

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