Qué
- ¿Cuándo comenzaban nuestras clases? ¿Cuándo acababan? ¿A qué llamamos
“clase”? ¿Podría decirse que eran secuencias?
En mi opinión,
las clases comenzaban cuando el grupo al que le tocaba impartir la clase se
ponía de pie y pedía la atención del resto. Los que actuábamos como alumnos nos
callábamos y prestábamos atención a nuestros compañeros. El momento de terminar
era algo más confuso, porque se quedaban aspectos en el aire y solíamos seguir
hablando sobre el tema. Por tanto, la sesión quedaba como medio abierta hasta
que se empezaba con el siguiente tema que teníamos que tratar. Cada una de las
clases de diez minutos que impartimos eran secuencias estructuradas con el fin
de presentar a los “alumnos” un aspecto gramatical o de otra índole. Empezamos
casi todos con una actividad de calentamiento y seguíamos con la explicación de
lo que íbamos a tratar.
Considero que la clase es el espacio donde alumnos y
profesor o profesores comparten conocimientos con el fin de generar una serie
de habilidades y capacidades en el discente. En la clase es necesario que
exista un feedback profesor-alumno
para que la enseñanza-aprendizaje se realice con éxito.
En cuanto a si
eran secuencias o no, pienso que el primer grupo sí que empezó con un tema y
continuó con él hasta que finalizó la clase, es decir, todo estaba hilado de
forma que el contenido visto en la primera parte de la clase era seguido hasta
la última parte (utilizaron el tema del universo y lo alargaron durante toda la
sesión). Sin embargo, el segundo grupo no considero que estructurase su clase
en función de una secuencia, porque cada tema era distinto.
Cómo
- De lo que sucede en una clase, ¿qué es información? ¿Qué información nos
llega? ¿Qué transmitimos? ¿A qué hemos atendido? ¿Cómo era la relación con los
“alumnos”?
Desde mi punto
de vista, todo lo que ocurre en la clase es información: los contenidos que se
transmiten, los gestos y las muecas de los alumnos, las conversaciones ajenas a
la clase, etc. De toda esta información a nosotros nos llega una parte, aquella
a la que podemos estar atentos y en la que nos fijamos. Sin embargo,
transmitimos mucho más de lo que creemos, pues el profesor a partir de nuestro
lenguaje corporal debería ser capaz de saber si entendemos lo que nos está
explicando, si nos estamos aburriendo, si nos divierte, nos interesa, etc.
También se transmite información sobre la preparación de la clase. En algunos
casos opino que podría haberse preparado mejor en cuanto a material,
disposición de las mesas, intervenciones de unos y otros, etc. Es cierto que el
hecho de ser seis profesores facilita la labor docente porque se llega mejor a
los alumnos y existe la posibilidad de complementarse unos con otros, pero
también presenta algunas dificultades, pues la atención no se centra solo en una
persona, sino en varias, y esto acaba despistando, sobre todo si no hay una
buena coordinación. Los gestos, las miradas, el posicionamiento de cada uno
revela más información que las palabras empleadas.
Por otra parte, nuestra
atención, por lo general, no dura todo el tiempo que estamos en clase. Creo que
cuanto más interesante haga el profesor la clase, más atención prestaremos y
más información captaremos. Mi sensación fue que prestamos más atención cuando
se requería más participación por parte de los alumnos, por ejemplo en el
momento de debatir sobre un tema.
En mi opinión,
los alumnos tendrán interés por la clase en la medida en que el profesor
atienda a sus necesidades y a sus intereses. En este caso, uno de los grupos
comenzó con un material audiovisual, lo cual ya supuso una motivación especial
para los que hacíamos de “estudiantes”, o al menos para mí. Además, tanto en el
papel de profesor como en el de alumno, creo que se tuvo en cuenta la idea de
que “dentro del aula el profesor NO es la única fuente de conocimiento”.
Personalmente, creo que es fundamental tener en cuenta que siempre se puede
aprender algo de nuestros alumnos, incluso en las materias que pensamos que
dominamos. Esto nos hará abrirnos a otras ideas, a otras perspectivas que a lo
mejor no habíamos contemplado, y quizás, por qué no, a adoptar una actitud
diferente de lo que tradicionalmente venimos experimentando en las aulas. En
todo caso, considero que el trato con los alumnos fue muy cercano y que se
tenía la predisposición de atender a las dificultades que fueran surgiendo a lo
largo de las sesiones.
Por qué - Expectativas previas, evidencias (feedback obtenido), asunciones propias…
Identidad
Las expectativas
previas a la clase eran que los diez minutos que duraba cada una de las
sesiones resultaran entretenidos a los alumnos. De ahí que escogiésemos un
método bastante inductivo para transmitir lo que queríamos. Una vez realizadas
las clases creo que, por lo que dijeron los compañeros, conseguimos el
resultado que queríamos. Sin embargo, nos quedamos cortos de tiempo en algunas
sesiones, porque nos excedimos en comentarios y en debate.
Desde mi punto
de vista, no nos dimos feedback de
una manera directa, sino que lo pudimos adivinar según dábamos la clase, por
las caras o la emoción al participar en el debate. Por otro lado, en cuanto a
la, digamos, metodología, al preparar las clases con mi grupo, creo recordar
que dimos por hecho que la mejor manera de explicar algo o dar una clase acerca
de algo que no dominábamos era hacer un debate o mesa redonda en la que el
“docente” proponía algunas preguntas para pensar.
¿Qué
dicen de nosotros las clases que hemos dado?
Creo que
tratamos de que el alumno aprenda pero a partir de lo lúdico y, sobre todo, a
partir de la relación siempre directa entre el aula y la realidad. Por ejemplo,
los que actuaron como profesores del otro grupo nos explicaron el past simple en inglés a partir de la
canción de la serie The Big Bang Theory,
lo que permite que el alumno vea para qué necesita ese tiempo verbal, es decir,
que no es solo un aspecto gramatical que aprenderá y olvidará, pues lo necesita
para entender diferentes aspectos de la realidad angloparlante.
En mi opinión,
las clases que hemos dado dicen mucho de nosotros: dicen cómo interactuamos con
el alumno, si somos más dinámicos o menos, si somos más activos o más pasivos,
si nos involucramos en el proceso de aprendizaje o no. Mi percepción de ambos
grupos fue que todos nos implicamos mucho en el proceso, que los profesores no
solamente mostraban el contenido, sino que también interactuaban con los
alumnos. Esto dice de nosotros que nos estamos alejando un poco del maestro
clásico que se muestra con autoridad, que da el contenido que tiene que dar y
ya deja de formar parte de la clase. Nos vi como sujetos activos que participan
y colaboran con sus alumnos.
A modo de conclusión, quería añadir que esta experiencia de enseñanza-aprendizaje, así como la tarea de reflexión-evaluación, nos han permitido hacernos conscientes de las ideas implícitas que tenemos sobre la educación, sobre la manera de educar y de “dar o recibir una clase”. En lo personal, he podido comprobar que cada uno presentábamos unas concepciones diferentes y que lo mejor de todo ha sido aprender a conjugarlas todas. El resultado pudo ser mejor o peor, pero lo más importante sigue siendo el proceso. Seguimos mejorando, seguimos en camino.
A modo de conclusión, quería añadir que esta experiencia de enseñanza-aprendizaje, así como la tarea de reflexión-evaluación, nos han permitido hacernos conscientes de las ideas implícitas que tenemos sobre la educación, sobre la manera de educar y de “dar o recibir una clase”. En lo personal, he podido comprobar que cada uno presentábamos unas concepciones diferentes y que lo mejor de todo ha sido aprender a conjugarlas todas. El resultado pudo ser mejor o peor, pero lo más importante sigue siendo el proceso. Seguimos mejorando, seguimos en camino.
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